martes, 24 de febrero de 2015


Jesús, predicador desde la Cruz

"Porque la predicación de la cruz es locura para los que se pierden... pero es fuerza de Dios para los que se salvan" (1 Cor 1, 18)


Cuántas cosas nos dices Señor en la Cruz desde tu silencio. Nos enseñas la profundidad de tu misericordia, modelando con tu persona mediante el sacrificio. Como los predicadores en tu tiempo estás con los brazos abiertos. A través de ti nos revelas al Padre, en ese misterio de amor que es la Trinidad. Predicas la victoria sobre este mundo, la liberación de los cautivos, el año de gracia. Es el anuncio de la Pascua que está por venir y que con la Cruz queda sellado en ofrenda.

Deseaste manifestarte en la Cruz como el más alto púlpito donde solo podemos escucharte siendo humildes y mansos como tú. No hay cabezas altivas ante la Cruz para quien desea colocarse de frente ante lo que nos dices. Es necesario reconocer nuestras faltas y que cada pecado te ha colocado ahí. Debemos llegar con el corazón contrito, sabiendo nuestra condición herida, necesitada de tu gracia.

Frente a la Cruz día a día hay un mensaje nuevo para mí. Mi tiempo descubre su razón escrita desde tu misterio, con la sensación de que cada hora debe su entramado y su conexión a la buena nueva que trae la Cruz. Desde ella nos presentas cómo Dios convierte en victorias los fracasos develando sus apariencias, que para llegar al Reino hay que despojarse hasta del último aliento. Que como el ladrón, siempre habrá lugar en tu casa para el pecador arrepentido y como él podemos compartir sin mérito a esta gracia, un lugar a lado tuyo en el Calvario.

Y estás ahí como desde aquel día, de frente al pueblo, frente al mundo, sosteniendo la misma verdad en la Cruz. Tu mensaje es para todos. Llevas este nuevo sermón de la montaña en silencio, por el que nos revelas con tus heridas tu Reino.



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