sábado, 21 de febrero de 2015


La Cruz es destino
“Con este signo vencerás”

Comenzó orando en el huerto y su pasión cruzó todos los tiempos. En el credo apostólico confesamos que Jesús descendió a los infiernos y ahí, nos explica Santo Tomás de Aquino en su catequesis, vence al demonio en su propia casa y libra a los santos que se encontraban en el infierno, pues “antes del advenimiento de Cristo, todos, incluso los santos padres, bajaban al infierno luego de su muerte”. Como marca la posición de la Cruz, esta abarca la amplitud de los puntos cardinales. Nos abraza, nos salva del infierno y nos conduce al cielo.

La pasión de Nuestro Señor tiene su punto más alto en la Cruz. Fue una jornada larga de sufrimiento que no tuvo descanso. Comenzó de noche y al medio día llegó a su punto más alto en el Calvario. Su recorrido termina ahí, con los brazos extendidos, soportando no solo el dolor del cuerpo, sino los pecados del mundo. El tránsito de la pasión termina ahí, con el último aliento encomendando el espíritu al Padre. Ahí es donde nos señala nuestro destino, el camino por el que podemos llegar a Cristo:

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame.”
Lc 9,23.

El modo de ser como Jesús es amar nuestra cruz, no solo soportarla sino hacer de ella nuestro timón. Estamos marcados por la Cruz y la historia de la humanidad hace presencia de ello. Ser en el mundo, es llevar la Cruz a cuestas, sumergirnos en este misterio tal como lo hizo Él, de manera humilde, paciente y valiente, siendo su única prenda la voluntad del Padre por la que todo se ama y todo se ofrece.


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