La Cruz es fuente de virtudes
Como dice San Agustín, la Pasión de Cristo es
suficiente para modelar por completo nuestra vida. Quien quiera vivir en la
perfección, no tiene que hacer más que despreciar lo que Cristo despreció en la
Cruz, y desear lo que Él deseó.
En la Cruz no falta ningún ejemplo de virtud. Si
buscas un ejemplo de caridad, “nadie tiene mayor caridad que dar uno su vida
por sus amigos” (Jn 15,13). Esto lo hizo Cristo en la Cruz. Por consiguiente,
si dio por nosotros su vida, no debe resultarnos gravoso soportar por Él
cualquier mal. “¿Cómo pagaré al Señor todo lo que me ha dado?” (Ps 115,12).
Si buscas un ejemplo de paciencia, extraordinaria
es la que aparece en la Cruz. Por dos cosas puede ser grande la paciencia: o
por soportar uno pacientemente grandes sufrimientos, o por soportar sin evitar
lo que podría evitar.
Cristo en la Cruz sobrellevó grandes sufrimientos: “Vosotros
todos los que pasáis por el camino, fijáos, y ved si hay dolor semejante a mi
dolor” (Lam 1,12); y pacientemente, pues, “cuando padecía, no profería amenazas”
(1 Pet 2,23); “como oveja será llevada al matadero, y como cordero ante quien
lo esquila enmudecerá” (Is 53,7).
Además pudo evitárselos, y no los evitó: “¿Piensan
que no puedo rogar a mi Padre, quien pondría a mi disposición inmediatamente
más de doce legiones de ángeles? (Mt 26,53).
Grande fue, por tanto, la paciencia de Cristo en la
Cruz. “Con paciencia corramos notros a la lucha que se nos presenta poniendo
los ojos en Jesús, el Autor y Consumador de la fe, el cual, en lugar del gozo
que se le ofrecía, soportó la cruz sin miedo a la dehonra” (Heb 12, 1-2).
Si buscar un ejemplo de humildad mira al
Crucificado. Dios quizo ser juzgado bajo Poncio Pilato, y morir. “Tu causa ha
sido juzgada como la de un impío” (Job 36,17). Como la de un impío auténtico: “condenémosle
a la muerte más infame” (Sap 2,20). El Señor quiso morir por su esclavo; Él,
que es vida de los ángeles, por el hombre. “Hecho obediente hasta la muerte”
(Philip 2,8).
Si buscas un ejemplo de obediencia, sigue al que se
hizo obediente al Padre hasta la muerte. “Como por la desobediencia de un solo
hombre fueron hechos pecadores muchos, así también serán hechos justos muchos
por la obediencia de uno solo” (Rom 5,19).
Si buscas un ejemplo de menosprecio de las cosas
terrenas, sigue al que es Rey de reyes y el Señor de los que dominan, en quien
están los tesoros de la sabiduría: en la Cruz aparece desnudo, burlado,
escupido, azotado, coronado de espinas; le dan de beber hiel y vinagre, muere. No
te aficiones por tanto a los vestidos ni a las riquezas, puesto “que se
repartieron mis vestiduras” (Ps 21,19); ni a los honores, pues yo sufrí burlas
y azotes, ni a las dignidades, porque trenzando una corona de espinas la
pusieron sobre mi cabeza, ni a los placeres, ya que “en mi sed me dieron de
beber vinagre” (Ps 68,22).
No hay comentarios:
Publicar un comentario