La Cruz, lugar de encuentro con Dios.
La Biblia nos transmite que Dios
elige el monte como lugar de encuentro con el hombre. Moisés, Elías, la
transfiguración de Jesús, en ellos vemos el acercamiento de Dios desde lo más
alto y basta siquiera estar en terreno alto para imaginarse por qué. En la
experiencia de montaña al caminar, uno ve con perspectiva cada cosa. Podemos contemplar
de mejor manera aquello que nos rodea cotidianamente, viendo todo en su
composición entera. El simple esfuerzo de llegar al punto más alto es una
conquista, cuyo premio es esta nueva sensación de pertenecer a todo, de llenarse
la vista al ras del cielo. Yo pienso que por algo Dios eligió esta perspectiva
en la tradición bíblica para estar cerca del hombre.
La Cruz también está en la cima
de todo desde el monte Calvario. Es lugar de encuentro con Dios, la manera en
que se revela el Dios de verdad y amor: “precisamente esta gratuidad total del
amor es la verdadera sabiduría” nos decía el Papa Benedicto en audiencia
general. Por la Cruz, Nuestro Señor ha conquistado el corazón de infinidad de
santos, que siendo gente común salió a su encuentro a la montaña y regresó al
mundo revestida de gloria.
Cuando veo el testimonio de todos
ellos me apena no poder descubrir lo que miraron, alcanzando a observar solo
sombras de lo que significa la Cruz y que mi condición herida sea limitante
para responder como ellos lo hicieron. Sé también que no por mis méritos sino
por la Gracia divina es posible, que el cristianismo es una escalera al cielo
que se alcanza descendiendo, con humildad y paciencia, con valor y entrega,
siendo recompensa de los esforzados que suben a lo más alto de la montaña, al
encuentro del Crucificado.
A través de la Cruz, Nuestro
Señor nos hace pertenecer a todos porque para todos es la salvación, a sentirnos privilegiados por el regalo de Dios en su
pasión. Es desde este punto más alto, que también logramos ver la vida en
perspectiva, sintiéndonos tocados por el cielo. Es justo aquí que Dios nos
llama a su encuentro, donde nos hace partícipe de su misericordia que lo
alcanza todo desde lo alto de Cruz.
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