Jesús, predicador desde la Cruz
"Porque la predicación
de la cruz es locura para los que se pierden... pero es fuerza de
Dios para los que se salvan" (1 Cor 1, 18)
Cuántas cosas nos dices
Señor en la Cruz desde tu silencio. Nos enseñas la profundidad de
tu misericordia, modelando con tu persona mediante el sacrificio.
Como los predicadores en tu tiempo estás con los brazos abiertos. A
través de ti nos revelas al Padre, en ese misterio de amor que es la
Trinidad. Predicas la victoria sobre este mundo, la liberación de
los cautivos, el año de gracia. Es el anuncio de la Pascua que está
por venir y que con la Cruz queda sellado en ofrenda.
Deseaste manifestarte en
la Cruz como el más alto púlpito donde solo podemos escucharte
siendo humildes y mansos como tú. No hay cabezas altivas ante la
Cruz para quien desea colocarse de frente ante lo que nos dices. Es
necesario reconocer nuestras faltas y que cada pecado te ha colocado
ahí. Debemos llegar con el corazón contrito, sabiendo nuestra
condición herida, necesitada de tu gracia.
Frente a la Cruz día a
día hay un mensaje nuevo para mí. Mi tiempo descubre su razón
escrita desde tu misterio, con la sensación de que cada hora debe su
entramado y su conexión a la buena nueva que trae la Cruz. Desde
ella nos presentas cómo Dios convierte en victorias los fracasos
develando sus apariencias, que para llegar al Reino hay que
despojarse hasta del último aliento. Que como el ladrón, siempre
habrá lugar en tu casa para el pecador arrepentido y como él
podemos compartir sin mérito a esta gracia, un lugar a lado tuyo en
el Calvario.
Y estás ahí como desde
aquel día, de frente al pueblo, frente al mundo, sosteniendo la
misma verdad en la Cruz. Tu mensaje es para todos. Llevas este nuevo
sermón de la montaña en silencio, por el que nos revelas con tus
heridas tu Reino.